Durante muchos siglos reinó en la tradición occidental una
distinción entre lo natural y lo artificial, dos mundos distintos, antagónicos.
Ahora la frontera que separaba lo natural de lo artificial se está disipando,
la vida se está digitalizando.
Mitos de la tecnociencia I: Ascenso y caída del
hombre-máquina
Lo nutual tiende a desaparecer y es reemplazado por lo
artificial: "Lo orgánico desapareció". Surgen las máquinas poniendo
en marcha el largo y decidido proceso de mecanización del mundo.
Descartes definió al hombre como una mezcla de dos
sustancias completamente diferentes pero separadas:
CUERPO-MÁQUINA, es decir, un objeto natural que podía y
debía examinarse con el método científico.
MISTERIOSA MENTE HUMANA, un alma pensante cuyos orígenes
sólo podían ser divinos.
Mitos de la tecnociencia II: El código de la vida
Se da lo que la autora expresa como una "Exploración de
la vida en escala atómica". Aquí surgieron nuevas áreas de conocimiento,
desde la electrónica hasta la biología molecular. En este momento, la
tecnología adquiere una importancia fundamental.
Tendencias neognásticas: El materialismo se disuelve en la
luz
Los secretos de la vida han pasado a manos de la tecnología
y la materialidad del cuerpo se ha convertido en un obstáculo que debe ser
superado para sumergirse libremente en el ciberespacio; "Superar los
límites de la materia, trascender las restricciones inherentes al organismo
humano en busca de una esencia virtualmente eterna".
"¿Es posible existir sin cuerpo? La respuesta afirmativa
parece ser una de las propuestas de la tecnociencia de cuño fáustico con su
meta de digitalización total y su dueño de disolución de las materias"
El espíritu en la carne: La persistencia de lo orgánico
Para Descarte, el hombre estaba dividido en dos componentes
distintos y separados: La mente y el cuerpo. El cuerpo ya no se descarta por
ser pecador sino por ser impuro en un nuevo sentido: imperfecto y perecedero,
fatalmente limitado y por ser viscoso y orgánico ha quedado obsoleto, pero la
misma tecnociencia se propone repararlo, recrearlo y trascenderlo.
Teóricos de la I.A. y la cibercultura parecen convencidos de
que si fuera posible construir un cerebro artificial copiando un cerebro
humano, se lograría también copiar al sujeto cuyo cerebro se ha imitado.
El cuerpo se convierte en objeto de resentimiento por no ser
una invención técnica y sería digno de valor si fuera revisado y corregido por
la técnica.
La tecnociencia sólo ha registrado fracasos en tratar de
imitar los sentimientos, las emociones, las sensaciones y las pasiones.
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