La idea
del autor es clara al momento de referirse a la sociedad literaria: “Una
sociedad cuyo principio fundamental es el de una sociedad literaria (en su
mayoría), en la cual se priorizaba la alfabetización. A partir de esto, es
importante destacar el hecho de que al comienzo del humanismo, la lectura asignaba
un carácter más humano y civilizado a la persona alfabetizada.
Sloterdijk
considera que, en la actualidad, la
literatura ya no es más una técnica de domesticación. Reconociendo que, aún ante
el desarrollo tecnológico, no ha desaparecido definitivamente. De aquí se
desprende el afán del autor por referirse al posthumanismo, caracterizado
por la pérdida del protagonismo de la lectura y escritura, producto de la
amplia expansión de las nuevas tecnologías y medios de comunicación. Aún hoy,
con consideraciones similares, es muy complicado diferenciar lo natural de lo
artificial, así como también hallar la distinción entre evolución natural y artificial, lo que dificulta la
utilización de las técnicas de crianza humanistas.
En
relación con lo que Paula Sibilia expresa en “El hombre posthumano”, ambos
autores reconocen una ruptura epistémica en el concepto de Hombre, el cual ha
dejado de ser aquel sujeto clave del humanismo. Hoy en día las nuevas formas de
amansamiento están surgiendo a partir de las nuevas tecnologías, como son la
biotecnología y la información, donde por ejemplo la ingeniería genética ha
abierto las puertas para que el hombre pueda planificarse incluso a sí mismo,
seleccionando así determinadas características por sobre otras.
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